Epilepsia

Epilepsia

12 febrero, 2021 0 Por dropharma_admin

Caracterizada por crisis y convulsiones recurrentes que conllevan problemas neurobiológicos, cognitivos y psicológicos, te explicamos en qué consiste la epilepsia, sus causas, cómo se manifiesta y cómo se trata.

Qué es la epilepsia

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas más importantes y prevalentes en todo el mundo, provocada por uno o varios trastornos que predisponen al cerebro para generar convulsiones recurrentes, que tiene consecuencias no sólo neurobiológicas, sino también cognitivas y psicológicas.

La literatura acerca de la epilepsia ha estado, históricamente, plagada de errores que han alimentado su leyenda negra y han motivado que los pacientes epilépticos sufran un injustificado estigma en sus relaciones sociales y laborales, lo que en muchos casos genera al paciente, además, problemas de ánimo o incluso ansiedad

Para considerar que una persona padece epilepsia como enfermedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) exigen la repetición crónica de crisis epilépticas, es decir, se hace el diagnóstico de epilepsia cuando el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas a lo largo de su vida.

Prevalencia de la epilepsia

La epilepsia es el tercer trastorno neurológico más frecuente después de los ictus (accidentes vasculares cerebrales) y las demencias, y se calcula que afecta al 0,5-1,5% de la población. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay más de 50 millones de personas que viven con esta enfermedad, de las cuales tres cuartas partes no reciben el tratamiento necesario, y cada año se diagnostican alrededor de cinco millones de nuevos casos de epilepsia en el mundo.

Sólo en España se dan entre 12.400 y 22.000 nuevos casos de epilepsia al año, se estima que 225.000 personas han sufrido crisis epilépticas en el último lustro, y se calcula que cerca de 578.000 personas padecerán epilepsia a lo largo de su vida, según las estimaciones de la Federación Española de Epilepsia (FEDE) y la Sociedad Española de Neurología (SEN).

La mayoría de los casos ocurren en niños menores de 10 años y en personas mayores de 65. Son más frecuentes en países subdesarrollados y entre las clases socio-económicas desfavorecidas. La OMS estima que en los países de altos ingresos 49 de cada 100.000 personas son diagnosticadas de epilepsia cada año, y que esta cifra se elevaría hasta 139 de cada 100 000 personas en el caso de los países de bajos y medianos ingresos. 

Aproximadamente el 80% de los pacientes con epilepsia viven en países de ingresos bajos y medianos, lo que se atribuye a que su población tiene más riesgo de sufrir enfermedades endémicas como el paludismo o la neurocisticercosis; a que hay una mayor incidencia de traumatismos provocados por accidentes de tráfico o a consecuencia del parto; y a una menor accesibilidad a la atención médica y a la falta de programas de salud preventiva

Uno de los mayores problemas de esta enfermedad es que tiene un diagnóstico complicado, y puede llegar a retrasarse hasta 10 años. De hecho, una de cada cuatro crisis pueden pasar desapercibidas para los afectados y sus familiares. Y es que las crisis epilépticas «no siempre se manifiestan como una convulsión. Aunque todas suelen ser de comienzo brusco, repentino y con una duración de segundos o de pocos minutos, en muchas ocasiones los pacientes presentan crisis más sutiles en las que predomina una desconexión parcial o total del medio, y en las que los fenómenos motores con los que habitualmente asociamos a esta enfermedad –como sacudidas, temblores, o movimientos más complejos, como los automatismos– son escasos y no son el fenómeno prominente”, señala el Dr. Francisco Javier López Gonzalez, Coordinador del Grupo de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología. “Son precisamente las personas que presentan estas crisis más sutiles, que pueden pasar inadvertidas en su entorno, o incluso para el mismo paciente, donde más retrasos y fallos se producen en su diagnóstico”.

Causas de la epilepsia

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más comunes a nivel mundial, que puede deberse a distintas causas: hereditarias, congénitas o adquiridas (infecciosas, metabólicas, inmunológicas, por traumatismos…), e incluso desconocidas:

Causas hereditarias

Son epilepsias genéticamente determinadas. Y es que, hay algunos tipos concretos de epilepsia relacionados con genes específicos que pueden hacer que esa persona sea más sensible a determinadas condiciones ambientales que puedan desembocar en convulsiones.

Causas congénitas

Causas adquiridas

Clasificación de la epilepsia por sus causas

De acuerdo con la causa de la epilepsia se clasifica en:

  • Sintomáticas: es aquella que tiene un antecedente demostrado, en la que se conoce la causa que la produce.
  • Criptogénicas: es aquella a la que por el contexto clínico o de imagen se le supone una causa u origen lesional, que no se puede determinar con seguridad. Es decir, se intuye la causa pero no se ha podido demostrar.
  • Idiopáticas: es aquella que no tiene causa conocida y en la que la influencia genética es mayor.
  • Síntomas de la epilepsia

El síntoma epiléptico por excelencia, y aquel que define la enfermedad, es la crisis epiléptica, ya que es preciso que se presenten dos o más crisis convulsivas espontáneas (no provocadas) para que se diagnostique esta patología, debido a que se puede tener una crisis epiléptica aislada y ello no significa que se padezca epilepsia.

Otros síntomas de la epilepsia presentados por las personas que la sufren son: mareos, dificultad para hablar, sensación de desconexión con el entorno, convulsiones, rigidez muscular, etcétera.

Por otra parte, se denomina síndrome epiléptico al conjunto de síntomas y signos que definen un proceso epiléptico por el tipo de crisis, su historia natural, que incluye una o varias causas reconocidas, la predisposición hereditaria, un determinado tipo de crisis y de anomalías en el EEG, la respuesta al tratamiento y el pronóstico.

Las manifestaciones clínicas de una crisis epiléptica se presentan de forma repentina y su duración es breve. Pueden ser motoras, sensitivas (alteraciones de la visión, el gusto o el oído), vegetativas, psíquicas, con o sin disminución de la consciencia. Los síntomas de una crisis epiléptica dependen del área cerebral en la que se origina la descarga, y de su extensión o no al conjunto del cerebro. Una crisis epiléptica se considera un síntoma y, con carácter aislado, no demuestra la existencia de un síndrome o enfermedad epiléptica; de hecho, del 2% al 3% de la población sufre una crisis epiléptica en algún momento de su vida.

Por otro lado, la heterogeneidad de los síntomas de la epilepsia (sólo el 20-30% de las crisis epilépticas se manifiestan en forma de convulsiones) hace que en torno a una de cada cuatro crisis pase inadvertida para el paciente y su entorno, y que el diágnostico en algunos casos se retrase hasta una década, según datos de la SEN. 

Tal y como señalan desde la Organización Mundial de la Salud, las personas con epilepsia suelen padecer más problemas físicos (como por ejemplo hematomas o fracturas derivados de traumatismos relacionados con las convulsiones) y mayores tasas de trastornos psicosociales, como ansiedad y depresión. Del mismo modo, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general, y las tasas más altas se registran en los países de ingresos bajos y medianos y en las zonas rurales, aunque en su mayoría las causas de defunción relacionadas con la epilepsia se pueden prevenir, por ejemplo, caídas, ahogamientos, quemaduras y convulsiones prolongadas.

Factores desencadenantes de una crisis epiléptica

Las crisis epilépticas pueden surgir como respuesta a diversos estímulos, y según la naturaleza de los mismos son clasificados como:

  • Crisis provocada: es la que aparece en relación temporal inmediata con una agresión aguda del cerebro como un ictus, un traumatismo, anoxia (falta de oxígeno), encefalitis o una alteración tóxico-metabólica aguda. 
  • Crisis precipitada: es la que ocurre como consecuencia de un factor inespecífico como la falta de sueño, el estrés o el consumo excesivo de alcohol, en una persona con o sin crisis espontáneas previas. 
  • Crisis refleja: es la que sucede a un estímulo sensitivo o sensorial. 

Actividad y remisión

Una epilepsia está en actividad cuando el paciente ha sufrido una crisis en los dos últimos años. Una epilepsia está en remisión si no se han producido crisis en dos años. Esta distinción es importante para determinar si el paciente debe continuar o no en tratamiento

Diagnóstico de la epilepsia

El diagnóstico de la epilepsia es clínico y se basa en el interrogatorio. Es necesario obtener información de un familiar o allegado que haya sido testigo de los ataques, pues el paciente no es capaz de describirlos en su totalidad.

Hay que intentar conocer todo lo ocurrido antes, durante y después de la crisis. Es muy importante incidir en los antecedentes personales (trauma perinatal, alteraciones del desarrollo psicomotor, convulsiones febriles, meningoencefalitis, traumatismos cerebrales, o historia familiar de epilepsia).

Igualmente, se deben realizar siempre análisis de sangre y orinaradiografía de tórax, un electrocardiograma (ECG) y un electroencefalograma (EEG).

La neuroimagen por TAC-RMN permite identificar la mayoría de las lesiones cerebrales causantes de la epilepsia (lesiones anatómicas visibles), pero no se puede realizar a todos los pacientes. Se utiliza en aquellas epilepsias de causa desconocida, especialmente si es de comienzo reciente, si la exploración neurológica es anormal o si en el EEG existen signos de sufrimiento cerebral focal.

Pronóstico de la epilepsia

El pronóstico de una persona con epilepsia es muy variable. Hay síndromes benignos que remiten por completo; otros que, sin desaparecer, se pueden controlar adecuadamente con medicamentos y permiten al enfermo llevar una vida normal; y otros, por último, que son rebeldes al tratamiento. Solo se puede hacer un pronóstico en relación con el síndrome epiléptico concreto que tenga un paciente.

En general, el pronóstico de la epilepsia depende de factores como la causa, el tipo de crisis, la edad de comienzo y la instauración rápida del tratamiento. En general son más graves si se inician en la infancia, cuando existen lesiones cerebrales orgánicas, si el nivel intelectual es bajo, si el paciente sufre distintos tipos de crisis, y cuanto mayor sea la duración de la enfermedad.

Si el paciente responde al primer tratamiento y está libre de crisis durante 1-2 años, tiene un 95% de probabilidades de remisión.

Consejos para pacientes con epilepsia

Los pacientes epilépticos deben tomar dos precauciones fundamentales: abstenerse de consumir alcohol y otras drogas, y mantener un sueño nocturno regular.

La mayoría de los enfermos no precisan restricciones en su dieta habitual ni cambios en su régimen de vida.

Pueden practicar deportes de forma moderada bajo supervisión, con excepción de aquellos deportes considerados de máximo riesgo y que, o bien se realizan en solitario, o resultarían muy peligrosos en el caso de que el paciente sufra una crisis durante la práctica de los mismos, como alpinismo, pesca submarina…., o aquellos que requieran el empleo de vehículos a motor.

El uso de la televisión, ordenadores o videojuegos y la asistencia a discotecas solo están restringidos en caso de epilepsias desencadenadas por estímulos luminosos.