Envejecimiento inmunológico: qué es y cómo combatirlo
24 noviembre, 2020Este artículo ha sido verificado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto al 15 octubre, 2020
El envejecimiento inmunológico aumenta los riesgos de sufrir diversas enfermedades. Pero los hábitos y estilos de vida saludable pueden ayudar a mantener el sistema inmune. Te contamos algunos consejos.
Conforme se incrementa la edad de la persona, el organismo parece responder de una manera menos eficaz para combatir las enfermedades a las que se encuentra expuesto. Por tanto, este envejecimiento inmunológico aumenta los riesgos de sufrir afecciones.
Sin embargo, el proceso no es del todo irreversible. Los buenos hábitos y estilos de vida saludable ayudan a las personas a mantener en buen funcionamiento el sistema inmune hasta edades avanzadas.
En el presente artículo te explicamos qué es el envejecimiento inmunológico, por qué ocurre, cuáles son sus consecuencias y cómo podemos hacer para revertirlo o atenuarlo. Sigue leyendo para enterarte.
¿Qué es el envejecimiento inmunológico?
El sistema inmune ayuda a proteger el cuerpo de factores extraños que pueden ser nocivos y causar enfermedades. Nos referimos a elementos tales como los gérmenes (bacterias, virus, hongos, parásitos), las propias células anómalas y los alérgenos.
A tales fines, dicho sistema produce anticuerpos. Los anticuerpos son los que destruyen o neutralizan las sustancias nocivas. Por consiguiente, esta es nuestra defensa contra cualquier amenaza o invasión.
Ahora bien, el sistema inmune no se mantiene siempre igual, sino que cambia a lo largo de la vida. En el caso de los recién nacidos, la inmunidad adquirida no se ha consolidado por completo, por ejemplo.
Los niños de corta edad solo tienen algunos anticuerpos que han recibido de la madre durante el embarazo, a través de la placenta, o con la leche materna, durante la lactancia. Sin embargo, con el tiempo y la exposición a los elementos antes mencionados, se van desarrollando y perfeccionando los mecanismos de defensa.
Las funciones inmunes del cuerpo comienzan a disminuir un poco después de la madurez sexual. Los cambios más importantes que se operan en este sentido están relacionados con las células madre. También se afecta la disponibilidad de las llamadas células T.
Pero, al envejecer, es cuando se da una transformación drástica. Ocurre lo contrario de la infancia y no es para bien. En líneas generales, podría definirse el envejecimiento inmunológico como el efecto de la edad sobre las células del sistema inmune, cuyas funciones se van degenerando.
¿En qué consiste el envejecimiento inmunológico?
De esta manera, el sistema inmune se vuelve menos eficaz, lo que se traduce en la pérdida de las diversas funciones, como las siguientes:
- Capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno: es decir, no se detectan los cuerpos extraños o se consideran las propias células como enemigas.
- Disminución de los leucocitos: en número, así como en su capacidad para dar respuesta a las infecciones.
- Macrófagos se hacen más lentos: tardan en destruir células cancerosas y bacterias.
- Los anticuerpos pierden funciones: no responden de manera eficiente.
Consecuencias del envejecimiento inmunológico
Los cambios que ocurren con la edad afectan la actividad inmune del cuerpo. De esta manera, las personas mayores son más propensas a sufrir infecciones, desarrollar cáncer y contraer diversas enfermedades, tales como gripes o neumonías.
De hecho, muchas enfermedades autoinmunes se presentan con más frecuencia en la segunda mitad de la edad adulta. Para que se desarrollen tienen que fallar distintos puntos de control.
Asimismo, durante la tercera edad, el cuerpo tiende a sanar más lento, puesto que hay menor cantidad de células que posibilitan la curación. Esto se puede volver un círculo vicioso: al ser lenta la recuperación, el organismo queda expuesto, por lo que puede volver a enfermar.
Es importante señalar que la respuesta del sistema inmune no solo se debilita en la vejez, sino que también se produce un desequilibrio en sus dos facetas: la inmunidad innata, que es la primera línea de defensa ante las infecciones, y la inmunidad adaptativa, que permite al cuerpo recordar y atacar patógenos en particular.
Debido a la pérdida de inmunidad adaptativa, se pueden reactivar patógenos inactivos que el cuerpo ya había suprimido. Los ejemplos clásicos son el herpes zóster y la tuberculosis.
Consejos para combatir el envejecimiento inmunológico
Pese al panorama que hemos descrito, es posible disminuir los riesgos relacionados con el envejecimiento inmunológico para que nos afecte lo menos posible. Incluso se puede retardar la aparición de este proceso.
En tal sentido, hay varios aspectos que debemos atender en cuanto a estilos de vida se refiere. Los mismos están relacionados con el cuarteto fundamental: ejercicio, alimentación, hábitos y emociones.
Actividad física regular
Según investigaciones recientes, el ejercicio tiene un efecto determinante en el mantenimiento del sistema inmune. Desde un punto de vista fisiológico, la explicación viene dada por el hecho de que el tejido muscular produce unas proteínas, denominadas mioquinas, que reducen la inflamación y ayudan a preservar la función inmunológica.
Además, en otros estudios se encontró evidencia de que las personas activas producen más anticuerpos en respuesta a la vacunación, en comparación con los menos activos. Asimismo, el ejercicio es beneficioso para protegernos contra infecciones y otras afecciones crónicas que pueden contribuir con el debilitamiento de los sistemas.
Y por si fuera poco, el ejercicio nos libera de estrés y preocupaciones, elevando los niveles de las hormonas de la felicidad (serotonina, dopamina, oxitocina). De esta manera, nos ayuda a mantenernos de buen humor, lo cual es importante para recuperarnos de una enfermedad o para evitar enfermarnos.
Dieta sana equivale a sistema inmune sano
Si bien no hay evidencia directa de que una dieta sana disminuya el envejecimiento inmunológico, sí hay mucha en el sentido contrario. Es decir, un alto consumo de grasas trans, azúcares y harinas refinadas contribuye a la aparición de enfermedades. Y mientras más nos enfermamos, más agotamos la capacidad del cuerpo para recuperarse.
En cambio, una dieta saludable incluye muchas frutas y verduras, aceite de oliva, más pescados y aves que carnes rojas, productos lácteos, poca azúcar y menos harina. La misma está relacionada con un menor riesgo de obesidad, de enfermedades cardiovasculares, de diabetes y de varios tipos de cáncer.
Asimismo, una alimentación balanceada ayuda a mantener un peso adecuado. En los adultos mayores, la grasa acumulada puede tener un efecto negativo en relación con la inflamación crónica.
Este es un factor que se asocia con casi todas las afecciones propias de la vejez, desde la diabetes tipo 2 hasta las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. La inflamación crónica también desempeña un papel determinante en afecciones autoinmunes comunes en adultos mayores.
Hábitos y emociones saludables
Cuando hablamos de hábitos saludables, además del ejercicio antes mencionado, también tenemos que incluir el dormir bien. El descanso nos recupera y mantiene los sistemas activos.
Por otra parte, debemos evitar el consumo de sustancias que alteran nuestro organismo: alcohol, cigarrillos, drogas. Incluso la cafeína en exceso es perjudicial. Por supuesto, esto se hace extensivo a la sobrecarga de trabajo, las preocupaciones, el estrés y las emociones negativas.
Todo lo que produce un desequilibrio y nos enferma afectará la capacidad del cuerpo para recuperarse y sanar. O lo que es lo mismo decir, afectará la vida útil de nuestro sistema inmune.
Prevenir el envejecimiento antes que llegue
No debemos esperar la tercera edad para prevenir los riesgos del envejecimiento inmunológico. Si estamos aún en la juventud o en la edad adulta, desde ya podemos comenzar a cuidar el sistema inmune.
No es difícil ni cuesta mucho dinero: hacer ejercicio, comer saludable, no fumar, reducir el consumo de alcohol y las preocupaciones, dormir bien. Los beneficios que aparecen a largo plazo son invaluables.