Hiporexia en ancianos
5 febrero, 2021La hiporexia o falta de apetito es un trastorno alimentario muy común entre las personas mayores, que hay que tratar para evitar la desnutrición o el agravamiento de una enfermedad. Aprende a recuperar las ganas de comer.
Qué es la hiporexia o falta de apetito en el anciano
uando una persona comienza poco a poco a perder el apetito y va dejando de comer se considera que padece hiporexia. Esta alteración puede surgir a cualquier edad porque puede estar provocada por diferentes causas, pero es más común y especialmente grave entre los ancianos. Aunque no siempre es fácil detectarlo, es importante tratar lo antes posible este problema para prevenir casos de desnutrición, empeoramiento de una enfermedad, e incluso la muerte del mayor.
Por qué las personas mayores pierden el apetito
Aunque cualquier persona puede pasar por un periodo en el que siente que tiene menos hambre de lo común, la hiporexia es un trastorno alimentario que afecta en mayor medida a los ancianos por diferentes causas, como:
- El paso de los años: el propio envejecimiento, la falta de movimiento y, por tanto, una menor necesidad de aporte calórico, conlleva que las personas mayores pierdan el hambre poco a poco.
- Cambios fisiológicos: debido al proceso de envejecimiento el estómago se va reduciendo, por lo que la sensación de saciedad aparece antes en el mayor.
- Problemas de masticación y deglución: si el anciano no puede masticar o tragar adecuadamente, tomará cada vez menos cantidad de comida, y esto hará que disminuyan sus ganas de comer y sienta mayor rechazo hacia alimentos y bebidas.
- Falta de percepción de olores y sabores: este trastorno también aparece asociado al envejecimiento y provoca que las comidas que antes resultaban apetecibles, con el paso del tiempo lo sean menos.
- La toma de medicamentos: ciertos tratamientos farmacológicos, en los que se incluyen la morfina, la codeína, o la quimioterapia, entre otros medicamentos, pueden originar el problema.
- Padecimiento de una enfermedad: desde una insuficiencia cardiaca o renal, pasando por un problema en el hígado, hasta el padecimiento de un cáncer, pueden tener como consecuencia la pérdida de apetito.
- Estado anímico y trastorno psicológico: las personas mayores pueden estar tristes, sentir ansiedad, o incluso sufrir una depresión por la pérdida de algún ser querido, por vivir en soledad o estar lejos de su familia. Estos estados de ánimo reducen el apetito.
- Vivir en soledad o fuera de su entorno: además de sentirse tristes, las personas mayores que viven solas y aisladas de la sociedad tienden a descuidarse; dejan de asearse, no salen de casa a comprar, no cocinan, apenas comen, y no tienen a nadie que les ayude a evitar esta situación.
- Señales para detectar la hiporexia en el mayor y consecuencias
A pesar de que la hiporexia es un problema bastante común entre los ancianos, no siempre resulta fácil detectarlo, sobre todo si no se convive con la persona mayor afectada para poder observar su comportamiento frente a la comida o sus cambios físicos, como el adelgazamiento o la falta de vitalidad.
Hasta que el trastorno no se considera grave puede pasar desapercibido fácilmente. Y es que, tanto al afectado, como a sus familiares, les puede parecer normal que se vaya perdiendo el apetito según van pasando los años, y ni siquiera comentarlo con el médico. Sin embargo, es importante que en cuanto se note una reducción de la cantidad de comida que ingiere, o se observe alguno de los aspectos descritos a continuación, la situación se comunique al facultativo porque es muy probable que el mayor presente hiporexia:
- No termina la comida que hay en el plato: se deja en el plato una gran cantidad de alimentos, cuando esa ración solía ser normal para él o ella.
- Ropa holgada: a simple vista se observa que la ropa que usaba últimamente le queda más ancha.
- Reducción de movilidad: cuando una persona come menos de lo habitual y de lo que necesita tiene menos energía, pierde musculatura, y presenta más problemas para moverse. También es común que se le caigan los objetos de las manos.
- Ya no le gusta: deja de comer platos que siempre le habían gustado.
- Come siempre lo mismo: es bastante común entre los mayores que solo les apetezca tomar un vaso de leche con galletas o magdalenas.
- Siempre surge algún problema: “esto no lo puedo masticar”, “la dentadura se me mueve”, “está muy salado”, “he desayunado muy tarde”…, son algunas de las excusas que el mayor puede poner para no comer.
Consecuencias de la hiporexia en las personas mayores
Resulta un grave error considerar la hiporexia o falta de apetito como un problema común de las personas mayores al que no se le debe dar importancia, porque reducir el aporte de nutrientes vitales para el organismo es en muchos casos el origen de una enfermedad, e incluso una posible causa de muerte.
El hecho de que un anciano coma muy poco, y siempre lo mismo, especialmente si además padece una enfermedad, puede tener graves consecuencias para su salud como:
- Agravamiento de su enfermedad: presentar cierto grado de desnutrición impide que un enfermo se recupere, e incluso hace que la patología se agrave. En este último caso, si se recurre a un aumento de la dosis de la medicina, y el mayor sigue sin comer, el tratamiento puede resultar demasiado agresivo para su organismo.
- Padecimiento de otras enfermedades: la diabetes es una de las enfermedades que aparece con más frecuencia en los casos de hiporexia, especialmente cuando el mayor se decanta por comer básicamente leche con galletas, postres lácteos, y sopas de sobre. Padecer anemia, osteoporosis, trastornos mentales e infecciones, debido a una bajada de lasdefensas, son algunos de los muchos problemas de salud que puede ocasionar la hiporexia.
- Aumento de las caídas: la falta de energía y la pérdida de musculatura que ocasiona la desnutrición aumenta las posibilidades de que el mayor sufra caídas y roturas de huesos
- 10 consejos para afrontar un caso de hiporexia en mayores
Si observamos que nuestro padre o madre, abuelos, o cualquier otra persona mayor de nuestro entorno pueden estar perdiendo el apetito y reduciendo preocupantemente su ingesta de comida y presentar hiporexia, podemos seguir una serie de pautas para mejorar esta situación. Con estos consejos puedes ayudarle a recuperar las ganas de comer:
- Hablar con el médico: es lo primero que hay que hacer para que nos ayude a afrontar el problema. Además, esta situación puede estar afectando a los tratamientos farmacológicos que está siguiendo, haber alterado algún parámetro relacionado con su salud, o esconder alguna enfermedad que no ha sido diagnosticada.
- No regañar al mayor, ni sentirse culpable: la falta o pérdida de apetito no es buscada ni provocada por el anciano, ni él ni nadie tiene la culpa y, por tanto, no se debe afrontar el problema partiendo de una reprimenda, o con un sentimiento de culpa.
- No forzar la ingesta de comida: no hay que obligar al adulto mayor a comer cuando insiste en que no quiere en ese momento, porque esto le generará más rechazo hacia la comida. Es mejor dejar pasar un tiempo y volver a intentarlo, aunque nos salgamos del horario habitual de sus comidas.
- Comer menos, pero más veces: los especialistas recomiendan seguir un plan de comidas en las que se ingiera poca cantidad, pero pautada, a lo largo del día, repartida en cinco o seis ingestas. De esta forma se evita saturar al mayor, mientras que se asegura el suficiente aporte de nutrientes.
- Prestar especial atención a las proteínas: la ingesta de proteínas es fundamental para evitar la pérdida de musculatura. Hay que intentar que todos los platos incluyan una ración de este nutriente, de tal forma que no le provoque rechazo al mayor. Por poner algunos ejemplos, si se cocina un puré de verduras se puede incluir una trozo de pechuga de pollo triturado o un huevo batido; si se hace una sopa, se puede agregar al caldo pescado blanco
- desmenuzado; o mezclar una compota de fruta con un yogur natural.
- Platos energéticos: teniendo en cuenta que las raciones que va a comer el sénior son pequeñas, hay que intentar que aporten el mayor número de calorías posible. Esto se puede conseguir intercalando platos ricos en hidratos de carbono –como puede ser una sopa con arroz– con otros más ricos en grasas saludables como es el caso de un batido de plátano con almendras, o una tortilla con quesitos.
- Presentar los platos de forma apetecible: es preferible ofrecerle un plato pequeño en el que solo vea uno o dos alimentos para que lo perciba como algo ligero y fácil de comer.
- Preparar comidas que pueda comer y tragar bien: aunque un filete de ternera aporte nutrientes de gran valor para el mayor, si tiene problemas para masticar no podrá comerlo bien, por poner un ejemplo. Por tanto, hay que cocinar y presentar los alimentos de tal forma que queden blandos y suaves, sin caer en la monotonía de los purés. También se deben evitar los platos demasiado calientes, porque le pueden provocar rechazo, y además son más saciantes.
- Preguntar y tener en cuenta sus preferencias: sin llegar al extremo de darle solo el café con galletas que tanto le gusta, sí hay que hablar con él o ella para saber qué alimentos son los que más le apetecen. Se puede llegar a un acuerdo, e incluso ofrecerle alguna recompensa en forma de su comida preferida si sigue el programa de ingestas diarias. En estos casos en los que está en juego su salud, sí que valen los premios en forma de comida.
- Hacer un seguimiento del peso: en el momento que se detecta el problema, se debe comenzar a pesar al mayor para comprobar que no pierde más peso. Se puede establecer una medición del peso cada 15 días.