Qué es la neumonía y factores de riesgo
13 noviembre, 2020La neumonía es la inflamación del tejido pulmonar ocasionada por un agente infeccioso. Puede afectar a uno o a los dos pulmones. El pulmón está constituido por dos partes principales: los bronquios (tubos por los que pasa el aire) y los alvéolos (pequeños sacos de aire, en los que se realiza el intercambio de oxígeno que pasa a la sangre y dióxido de carbono que se expulsa al exterior). En la neumonía se afecta el alvéolo; se irrita e inflama y se rellena de líquido y material infeccioso o pus, lo que provoca que la respiración del afectado sea dolorosa.
Según el estado previo del paciente y su edad, así como dependiendo de la causa de la infección (bacterias, virus o, en menor medida, hongos), la neumonía puede ser leve o grave. Junto a la dificultad para respirar con normalidad, pueden aparecer otros síntomas que van desde fiebre o tos con flemas, a dolor de pecho, escalofríos, náuseas o diarrea. Los niños pueden mostrarse inquiero o fatigados, mientras los adultos mayores pueden tener cambios en su estadio mental e incluso bajadas de temperatura.
De hecho, se trata de la infección que provoca mayor número de ingresos hospitalarios, y en 2019 fallecieron 2,5 millones de personas por su causa en todo el mundo (incluidos 672.000 niños), una cifra que se prevé que aumente debido al envejecimiento de la población y el incremento de pacientes con enfermedades crónicas que los hacen más vulnerables a sufrir complicaciones. Además, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2 podría aumentar en 1,9 millones los fallecimientos respecto a los registrados en años precedentes.
Afecta con mayor frecuencia a jóvenes y ancianos (23-34 casos por cada 1.000, en mayores de 75 años), principalmente ancianos institucionalizados (viviendo en residencias o centros de tercera edad). Predomina en varones y en la estación invernal. También es una de las enfermedades que más muertes infantiles causa, sobre todo en el caso de la neumonía neonatal (en recién nacidos): las autoridades sanitarias estiman que cada año mueren cerca de 1.200.000 niños de menos de cinco años como consecuencia de una neumonía.
En la mayoría de los casos (70-80%) el tratamiento de la neumonía se realiza de manera extra hospitalaria. La neumonía puede causar ciertas complicaciones graves, que pueden ir desde bacteriemia que derive en shock séptico, a insuficiencia respiratoria o renal o bien afecciones de la pleura o abscesos pulmonares.
Factores de riesgo de la neumonía
A continuación detallamos los factores de riesgo más comunes que pueden derivar en una neumonía:
- Tabaquismo.
- Enfermedades crónicas o patologías pulmonares previas: diabetes mellitus, hepatopatías, cardiopatías, enfermedad renal, cáncer, enfermedad pulmonar crónica, SIDA.
- Enfermedad por coronavirus (COVID-19).
- Malnutrición.
- Exceso de peso.
- Demencia.
- Edad (los niños menores de dos años y las personas de más de 50 años, sobre todo a partir de 65, son los más susceptibles de contraer neumonía).
- Esplenectomía (pacientes a los que se les ha extirpado el bazo) y, en general, pacientes con bajo nivel de inmunidad.
- Alcoholismo.
- Tratamientos inmunosupresores o con corticoides de manera crónica que debiliten el sistema inmune.
- Residentes en centros de enfermos crónicos o de tercera edad.
- Estar ingresado en un hospital, sobre todo en una UCI, sedado o con requirimiento de ventilación mecánica.
- Exposición a drogas por vía parenteral.
- Exposición a humos tóxicos, contaminantes o determinados químicos Síntomas de la neumonía
Los síntomas de la neumonía más característicos son fundamentalmente respiratorios y de afectación de las vías aéreas bajas, y pueden oscilar desde leves a algunos más graves:
- Tos, por lo general con presencia de flema.
- Fiebre
- Escalofríos
- Expectoración (tos productiva).
- Dolor torácico pleurítico (aumenta con los movimientos de la respiración).
- Náuseas, vómitos o diarrea en algunos casos.
En casos de mayor gravedad pueden aparecer:
- Dificultad respiratoria.
- Afectación del estado general: sudoración, aumento de la frecuencias cardiaca y respiratoria.
Una modificación en los sonidos emitidos por el paciente afectado al respirar (inspiración y espiración), verificada por el médico mediante la auscultación con el fonendoscopio, es un signo que, unido a los síntomas citados, harán sospechar la presencia de una neumonía.
En pacientes ancianos e inmunodeprimidos (bajos niveles del sistema inmunológico), la sintomatología de la neumonía puede ser inespecífica, sin fiebre, o incluso ocasionar el empeoramiento de enfermedades subyacentes.
Cabe distinguir, según la forma de manifestarse los síntomas de la neumonía, dos cuadros clínicos diferentes:
- Cuadro clínico típico: comienzo brusco de menos de 48 horas de evolución junto con escalofríos, fiebre de más de 37.5º, tos productiva, expectoración purulenta (flemas con pus), y dolor torácico de características pleuríticas (aumenta con la respiración). Un ejemplo sería la producida por el neumococo.
- Cuadro clínico atípico: caracterizado por tos no productiva (tos seca), molestias inespecíficas, y manifestaciones extra pulmonares como dolores articulares y musculares, dolor de cabeza, alteraciones del estado de conciencia o gastrointestinales. Un ejemplo podría ser la producida por Legionella o Mycoplasma.
Por su parte, los síntomas de la neumonía en los niños pueden oscilar entre ausencia de síntomas (sobre todo en recién nacidos o bebés –neumonía neonatal–) o bien presentar vómitos, fiebre, tos, inquietud o fatiga.
Prevención de una neumonía
La neumonía constituye la principal causa de mortalidad infantil en el mundo, y supone anualmente entre el 15 y el 20% de todas las muertes de menores de cinco años, acabando con más vidas que la malaria, el ébola, el zika, la tuberculosis y el sida combinadas. Por todo ello, evitar la infección es vital tanto en niños, como en adultos. Aquí tienes una serie de pautas para prevenir el contagio de la neumonía:
- Medidas de higiene: lavado de manos, uso de mascarillas para evitar contaminación y dispersión de gérmenes.
- Una alimentación adecuada es clave para mantener altas las defensas de los menores y la población con el sistema inmune más debilitado. En este sentido, en los menores es clave la alimentación mediante lactancia materna durante los seis primeros meses de vida; ya que se ha demostrado que además de prevenir la neumonía, ayuda a reducir la duración de la enfermedad.
- Controlar los factores ambientales: minimizar la exposición a factores ambientales de riesgo, como es el caso de la contaminación del aire interior (mantener las cocinas de interior limpias) o implementar una higiene adecuada en hogares hacinados (sobre todo en regiones más pobres).
- Abandono del hábito tabáquico: el consumo de tabaco está asociado a un incremento de la Neumonía Adquirida en la Comunidad de cualquier origen causal. Los fumadores tienen un riesgo 4 veces superior de presentar una enfermedad por neumococo invasiva (afectación general por infección por neumococo) que los no fumadores, con el consecuente empeoramiento pronóstico. Diversos estudios han constatado el beneficio que implica dejar de fumar, pues se ha observado que a los cinco años de suprimir el consumo de tabaco, el riesgo de sufrir una neumonía se reduce en un 50%.
- Vacunación antigripal: es la única medida preventiva que ha demostrado la disminución de la incidencia y de la morbi-mortalidad por neumonía en la población de edad avanzada y en los afectados por enfermedades cardiorespiratorias crónicas. Debe realizarse según las recomendaciones y pautas anuales notificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Está indicada en mayores de 60 años, en enfermos crónicos o inmunodeprimidos (a partir de los 6 meses de edad), y en todos aquellos que al ejercer su actividad profesional (personal sanitario, fuerzas de seguridad, profesores, cuidadores de residencias de ancianos, etc.) entren en contacto con personas de alto riesgo a las que les podrían transmitir la gripe.
- Vacunación contra el neumococo: eficaz para la prevención de complicaciones como la enfermedad invasiva por neumococo, y el empeoramiento pronóstico en neumonías hospitalarias. Indicada la vacunación en mayores de 60-65 años, según el calendario vacunal de cada comunidad autónoma), y en personas entre los 2 y 65 años con enfermedades crónicas e inmunosupresión, y en aquellos pacientes sin bazo. La pauta de vacunación antineumocócica desde el nacimiento está incluida en el calendario vacunal de gran parte de las comunidades