La generación somnolienta
9 marzo, 2020Cabecean la mitad de la jornada sobre el pupitre. Muchos incluso toman piso para gestionar el tiempo de sueño que tienen como déficit posterior a esa noche que debió ser para el descanso, pero que en realidad transcurrió entre pantallas, mensajes de texto, videos y otras intermitencias que acortaron el tiempo de sueño.
Algunos usan el recreo para dormir en vez de recrearse de verdad. Lo cierto es que los educadores tienen ante sus ojos la generación mas somnolienta de la historia universal.
Los padres no siempre están conscientes de los efectos de este mal. No nos extrañemos de que nuestro adolescente pase gran parte de la tarde durmiendo, para luego, en la noche, repetir el ciclo. Las consecuencias de este desorden las explica Marian Rojas Estapé en su libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas. “Cuando falla el descanso, la mente no funciona con normalidad.
Surgen problemas de memoria y aprendizaje, fallos de atención y concentración y errores en las habilidades cognitivas”. Nos explica cómo el sistema inmunológico se puede ver debilitado y alterado profundamente.
es que el cerebro nunca duerme. Necesita las horas de descanso para cumplir con esas funciones que se ven disminuidas con un sueño de mala calidad.
Me preocupan los niños y adolescentes con hábitos de sueño trastornados, fundamentalmente por el uso irrestricto de la tecnología a mano, antes de su descanso nocturno.
Los dispositivos deben tener un horario de uso y preferiblemente deben ser entregados a los adultos al llegar la hora de dormir. El criterio y la voluntad no se encuentran aún formados como para resistir la avalancha de información y dopamina que reciben a través de estos aparatos. Si a los adultos nos cuesta a veces poner el límite, cuánto más será para ellos.
Los estímulos emocionales sí importan: series, noticias, discusiones, pensamientos negativos o castigos previos al momento del sueño pueden afectarles. Antes de cerrar los ojos, la mente debería estar llena de pensamientos positivos.
Por eso es saludable que cuando estamos formando el hábito en los niños los acompañemos a dormirse con una oración o frases de gratitud o repasando lo bueno del día, la lectura de un cuento agradable y no un sermón o el repaso amargo de los errores del día. El sueño es salud.
Si eres padre, forja en tus hijos ese buen hábito, y si eres adulto, ten presente que tu calidad de vida depende, ahora y en tu vejez, de la calidad de sueño que tengas hoy. (O)