
La falta de sueño podría dañar el cerebro de forma similar al alzhéimer
15 abril, 2025 0 Por dropharma_adminDormir pocas horas o tener un sueño de mala calidad perjudica el cerebro porque altera el metabolismo de las neuronas y afecta a su funcionamiento de modo similar a lo que ocurre en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
muchas veces no somos conscientes de las repercusiones que puede tener para la salud un sueño escaso o de mala calidad cuando se prolonga en el tiempo. El ritmo ajetreado de la vida actual puede hacer que nos sintamos agotados al final del día, pero este tipo de cansancio no favorece un buen descanso, a lo que se añade que por lo general nos exponemos a pantallas como la televisión o el smartphone antes de acostarnos, lo que nos activa más todavía.
Sin embargo, no dormir las horas recomendadas puede tener consecuencias para la salud física y mental y un nuevo estudio alerta de que los efectos metabólicos sobre el cerebro pueden tener un importante impacto. En concreto, la nueva investigación que se ha publicado en la revista Science Signaling1 revela que el insomnio altera profundamente el funcionamiento celular, especialmente en las neuronas, y podría perjudicar la salud cerebral de forma similar a patologías como el alzhéimer.
Los científicos de la Saint Joseph’s University, en EE. UU., observaron que no dormir durante periodos prolongados provoca desequilibrios en las neuronas, que son células con una elevada actividad metabólica. Estos cambios no solo afectan al cuerpo, sino también al cerebro, y podrían explicar por qué la falta crónica de sueño se asocia con un deterioro cognitivo progresivo.
Neuronas en modo supervivencia para contrarrestar la falta de sueño
Ya se sabía que dormir mal está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2 o la obesidad2. Sin embargo, este estudio pone el foco en cómo el insomnio puede impactar directamente en la memoria y en la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones neuronales, lo que agrava aún más su importancia.
Como explican los investigadores en su artículo, privar al cerebro del descanso necesario hace que las neuronas entren en un estado denominado catabólico, en el que se descomponen moléculas complejas para generar energía. Aunque esto permite mantener las funciones básicas del organismo, tiene un coste, ya que procesos más exigentes como la sinaptogénesis –creación de nuevas conexiones entre neuronas– o la consolidación de la memoria se ven seriamente comprometidos.
El insomnio –indican– eleva el gasto energético en reposo, lo que conduce a un desequilibrio en la homeostasis energética del cerebro que obliga a las neuronas a reducir funciones menos prioritarias para centrarse en sobrevivir, lo que interfiere directamente con su papel en el aprendizaje y la memoria.
Estos científicos destacan que el insomnio se considera un factor de riesgo para desarrollar trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer y el párkinson, y que en estos pacientes las alteraciones del sueño aparecen antes de otros síntomas. En su análisis encontraron que “los perfiles metabólicos del alzhéimer y del párkinson son similares a los observados tras la privación del sueño, especialmente en relación con la producción de energía y el estrés oxidativo” y en su opinión esto podría indicar que tienen mecanismos metabólicos asociados, por lo que destacan la importancia de conocer en profundidad las consecuencias metabólicas de la falta de sueño para prevenir y tratar estas enfermedades neurodegenerativas y otras similares.
Los trastornos del sueño son muy frecuentes en España, ya que un 48% de la población adulta española no tiene sueño de calidad y el 54% duerme menos de las horas recomendadas, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN)3, que destacan que numerosos estudios indican que “dormir poco, a largo plazo, aumenta de forma muy significativa el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes, la hipertensión o problemas de colesterol y triglicéridos, lo que a su vez incrementa el riesgo de padecer algún tipo de enfermedad vascular (como ictus o infartos de miocardio) o enfermedades neurodegenerativas (como la enfermedad de Alzheimer)”.