Hipertensión arterial
22 octubre, 2021Riesgos y complicaciones de la hipertensión arterial
La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, que son todas aquellas que afectan a los vasos arteriales (infarto de miocardio, ictus…). Particularmente es esencial la prevención y su control para evitar el ictus (tanto infarto cerebral como hemorragia cerebral). Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en nuestro entorno. Por tanto es prioritario que la población conozca cuáles son los factores de riesgo y las consecuencias de esta enfermedad de cara a tomar las medidas necesarias para modificar los estilos de vida e intentar el cumplimiento del tratamiento cuando el médico lo inicie.
No existe un riesgo cero, y no hay línea divisoria por debajo de la cual no haya ningún riesgo, pero los valores en que consideramos la tensión normal son los que menor riesgo tienen de complicaciones.Complicaciones de la hipertensión
La hipertensión puede ser el primer signo, y el más fácil de medir, que indique que muchos órganos en el cuerpo están siendo atacados y corren el riesgo de sufrir lesiones. El reconocimiento precoz de lesiones, y el control y tratamiento de la hipertensión arterial, pueden retrasar el avance de las enfermedades cardiovasculares generadas por esta.
Los principales órganos a los que afecta la hipertensión arterial son el corazón, los riñones, el cerebro y las arterias. En el corazón, la HTA es el principal factor de riesgo para enfermedades como la angina de pecho o el infarto de miocardio. La tensión alta no controlada a lo largo del tiempo puede conducir a una insuficiencia renal, que puede requerir diálisis. En el caso de los riñones, éstos pueden ser una complicación de la HTA, pero también el origen del problema puesto que se consideran una de las causas de hipertensión secundaria.
Como se ha mencionado con anterioridad, el ictus y la hipertensión arterial tienen una relación directa y potente. Así, la incidencia de ictus en algunas zonas de Europa en los últimos años ha descendido en la medida en que se ha conseguido un mayor control de la HTA.
Y en cuanto a las arterias, la hipertensión provoca el deterioro de éstas provocando endurecimiento y estrecheces que pueden originar un déficit en el riego de los distintos órganos.
Como es lógico, cuando ya existe una lesión orgánica en los tejidos (cerebro, corazón, riñón y vasos sanguíneos) el pronóstico es peor. Se pueden desarrollar enfermedades graves y que pueden provocar la muerte. En general, a más tiempo de evolución y peor control de la presión arterial, más posibilidades de que exista lesión en esos órganos.
Diagnóstico de la hipertensión arterial
El diagnóstico de la hipertensión arterial debe hacerse con la medición de la presión arterial (esfigmomanometría) en la consulta o fuera de ésta. Consideraremos las cifras expuestas con anterioridad para establecer el diagnóstico. Para evitar una medición condicionada por estados emocionales alterados, ansiedad por la presencia del médico (“hipertensión de bata blanca”), etcétera, se aconsejan dos métodos:
- La automonitorización de la presión arterial o AMPA: en la que uno mismo con un aparato digital correctamente calibrado y validado se realiza dichas mediciones en su domicilio.
- La monitorización ambulatoria de la PA o MAPA: el dispositivo se coloca en el brazo del individuo durante 24 h y va registrando, cada 20 minutos durante el día y cada 40-60 minutos durante la noche, las distintas cifras de PA registrándolas en un aparato acoplado a la cintura.
Para la población general, el Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud (PAPPS) recomienda tomar la presión arterial al menos una vez hasta los 14 años de edad y, si es normal, repetir la toma cada 4-5 años hasta los 40. A partir de los 40 cada 1-2 años sin límite de edad. Si existiera algún otro condicionante concreto se realizará con la periodicidad que sea procedente, según criterio del médico La línea divisoria entre tensión normal y tensión alta es arbitraria, ya que no hay valores que signifiquen riesgo cero, pero si las presiones arteriales se mantienen en cifras superiores a 140/90 mm Hg en varias determinaciones (habitualmente un mínimo de tres) se establece el diagnóstico de hipertensión.
Pruebas complementarias para detectar la hipertensión
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un estudio básico que consiste en la realización de un electrocardiograma, una analítica de sangre para medir valores de glucosa, colesterol, potasio y creatinina (función renal), un análisis de orina donde determinar la presencia de glucosa y proteínas, y un examen del fondo de ojo.En cuanto a la detección del riesgo personalizado del paciente hipertenso, se puede realizar una medición del grosor de sus arterias carótidas, una determinación del índice tobillo-brazo (para verificar el daño arterial establecido en las ramas de la aorta) y un ecocardiograma que puede poner de manifiesto el crecimiento y un funcionamiento alterado del corazón como consecuencia de un mal control de la presión arterial.
Últimos métodos para diagnosticar la hipertensión
Se están probando varios métodos que pueden ser útiles para detectar la hipertensión y el consecuente riesgo cardiovascular del paciente. Entre ellos, la ecografía abdominal y cardíaca, la ecografía de carótida y las técnicas de valoración de disfunción endotelial.
Otra técnica que se está comenzando a implantar en unidades especializadas es la bioimpedancia transtorácica, que permite, además de saber si el paciente tiene hipertensión arterial, cuál es la causa que la origina, lo que facilita la elección del mejor tratamiento para el hipertenso.
Tratamiento no farmacológico de la hipertensión
- La dieta mediterránea se considera la opción más saludable para este fin. En todos los hipertensos se recomienda una restricción moderada de sal, especialmente en individuos ancianos y de raza negra, que responden mejor a la disminución de sal. Por tanto, el consumo de sal no debe superar los 3-4 g/día, considerando también los alimentos con “sal oculta”, no sólo la que incorporamos en su elaboración. Igualmente, la reducción de peso si este fuera excesivo también es un aspecto fundamental, si bien una reducción de 5-10%, al menos como planteamiento inicial, puede ser un objetivo mucho más asequible que intentar conseguir el peso ideal.
- La dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) es otra buena opción dietética para conseguir la ansiada reducción de ingesta de sal en tus menús diarios. Su objetivo es reducir los niveles de sodio en la alimentación por debajo de 3,3 g (en la dieta DASH normal) o de 1,5 g cuando hablamos de la dieta DASH baja en sodio. Por otro lado, se incrementa la ingesta de minerales con potencial para mejorar los niveles de presión arterail como potasio, calcio y magnesio. Para seguirla se priorizan las verduras y frutas de temporada, las legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas, una mayor ingesta de lácteos, y se opta por pescados y carnes bajas en grasa. En este enlace tienes raciones, consejos y un menú para poner en práctica la dieta DASH.
- El ejercicio moderado y ajustado a cada individuo debe ser la herramienta para combatir el sedentarismo y la obesidad, directamente involucrados en la aparición de hipertensión. Para frenarlos se recomienda una media de 30 minutos de actividad aeróbica diaria (andar a paso ligero, nadar, correr, montar en bicicleta…). Otras actividades, como el yoga, el pilates, e incluso el fútbol, puedes ayudar a controlar la presión arterial. Además, practicar ejercicio físico reduce la presión arterial nocturna, clave pues para reducir el riesgo cardiovascular. En este enlace tienes algunos ejercicios ideales para hipertensos.
- Finalmente, el tabaquismo debe abandonarse con firmeza si se quiere prevenir la enfermedad cardiovascular en general, y la hipertensión arterial en particular.
La homeopatía mejora la salud cardiovascular. En una hipertensión moderada, reciente, inestable o provocada por estrés o una emoción, la homeopatía es muy efectiva. Un tratamiento homeopático adecuado no sólo baja la tensión moderada a valores normales. También previene de los posibles daños que la hipertensión provoca en riñones, corazón y ojos.