Alimentos a evitar durante el primer año del bebé
3 diciembre, 2020Por
Adrián Cordellat
Periodista especializado en maternidad, educación y salud
Las recomendaciones de expertos y pediatras recuerdan que la alimentación de los bebés debe basarse de forma exclusiva en la lactancia materna durante los seis primeros meses de vida, ya que ésta aporta todos los nutrientes necesarios para el recién nacido. A partir de entonces, y aunque la leche materna seguirá siendo el alimento principal, se pueden ir añadiendo de forma progresiva, y sin seguir ningún orden específico, nuevos alimentos, que serán parte de lo que se conoce como alimentación complementaria. Pero, por la seguridad del bebé, durante el primer año de vida no debe tomar determinados alimentos que sí consumimos los adultos, como pueden ser la leche de vaca, las carnes procesadas, o las espinacas; ni tampoco otros que se anuncian como específicamente diseñados para este grupo de población, pero que tienen una gran concentración de azúcares. Os explicamos qué alimentos están prohibidos en la dieta de un bebé y de cuáles otros es mejor prescindir al menos durante su primer añito de vida.
La palabra lactante, en su significado académico, engloba el periodo que abarca los doce primeros meses de vida del bebé. Como la propia palabra indica, por tanto, durante ese periodo el alimento principal de un bebé debería ser la leche materna. Es más, como explica el pediatra Carlos Casabona, autor de Tú eliges lo que comes, durante los seis o siete primeros meses de vida el bebé “no necesita ningún otro alimento; es decir, la lactancia materna es suficiente, de manera exclusiva, para nutrirlo en ese período de tiempo”. Durante esos seis primeros meses, la expresión lactancia materna exclusiva implica también que “no es necesario ofrecer agua (el 90% del peso de la leche es agua), zumos, jugos, o infusiones de ningún tipo” a los niños.
A partir de ese momento, y hasta el año, la lactancia materna seguirá siendo la fuente principal de energía, “complementándose con los primeros alimentos que se pueden ir incorporando de manera paulatina”. Con estos alimentos se cubrirían, según la pediatra Gloria Colli, de Hospiten Estepona, “las necesidades nutricionales del niño que está creciendo”. En el caso de que no haya sido posible instaurar la lactancia materna, o la madre haya optado por la leche artificial como fuente principal de alimento, regirían los mismos conceptos aunque, según Casabona, “se debe advertir siempre a la familia de que esta opción entraña más riesgos
Una alimentación que respete los ritmos naturales del bebé
Pese a estas recomendaciones, es habitual que en las consultas de pediatría se incite a los padres a empezar a introducir cereales en la dieta de los bebés a partir de los cuatro o cinco meses, algo que, en palabras de Gloria Colli, “no es necesario ni conveniente, ya que la leche ya aporta todas las proteínas y la grasa necesarias para el crecimiento y el desarrollo”.
No en vano, aunque a esa edad el aparato digestivo de los bebés puede estar preparado ya para digerir otros alimentos, los pequeños “aún no se sientan solos, persiste el reflejo que hace que empujen el alimento fuera de la cuchara, y darles de comer es muy difícil”. Y, lo que es más peligroso, “adelantar la alimentación complementaria disminuye la duración de la lactancia materna, que debería prolongarse hasta los 2 años”.
En la misma línea se expresa Carlos Casabona, que añade que intentar adelantar los ritmos naturales del bebé en contra de las recomendaciones de organismos como la OMS o la Asociación Española de Pediatría (AEP), implica “el uso de la cuchara, una textura demasiado fina del alimento, además de no permitir que sea el lactante el que pueda escoger entre varios alimentos que tienen forma, volumen, aroma y sabor específicos, y distinta estructura”.
Alimentos que deben evitarse durante el primer año del bebé
Una vez superados los primeros seis meses de vida del bebé se pueden ir introduciendo de manera paulatina nuevos alimentos en su dieta, preferiblemente de forma sólida, para que el niño pueda elegir y experimente con los alimentos, ya que durante este periodo la alimentación complementaria es también un juego, un aprendizaje en el que ellos van descubriendo formas, sabores, olores y texturas, a la par que desarrollan su psicomotricidad fina cogiendo con las manos la comida.
Lo ideal es que los bebés empiecen a comer ya lo mismo que se come en casa, en una dieta basada principalmente en frutas y verduras, a la que añadiremos proteínas (como pollo, pescado, o huevo cocido), y no al contrario. Para la pediatra Gloria Colli, en esta etapa “lo más importante de la dieta es sentar las bases de una alimentación saludable, educando el gusto por los alimentos naturales, evitando los productos procesados y superfluos (bollería, galletas, zumos, batidos, natillas), aunque estén especialmente dirigidos a los niños”
No obstante, en esta dieta que iniciamos a los seis meses de vida del bebé, no pueden entrar determinados alimentos o condimentos, algunos de ellos de origen vegetal, debido a su composición. Muchos de ellos están prohibidos hasta que el niño cumpla al menos un año:
- Antes del año no se debe añadir sal ni azúcar a los alimentos ya que, como argumenta Gloria Colli, la primera “sobrecarga los riñones”, mientras que la segunda “no es necesaria y favorece la obesidad infantil, la diabetes y la caries, aunque aún el bebé no tenga ningún diente”. También hay que evitar la miel, en este caso por el riesgo de botulismo.
- La leche de vaca, o de otro animal mamífero, no se debe dar por debajo del año de vida porque, como explica Colli, “puede producir microsangrados digestivos y provocar anemia”. Tampoco deben ofrecerse bebidas vegetales, “mal llamadas”, según Carlos Casabona, ‘leches vegetales‘, que
- “suelen llevar azúcares añadidos, además de no tener apenas grasas, esenciales en estas etapas, y representar muy poco aporte energético”.
- Las carnes procesadas (embutidos, fiambres, etcétera) tienen para el pediatra Carlos Casabona, autor de Tú eliges lo que comes, “demasiada presencia en nuestra cultura mediterránea”. Entre ellas se incluye también el jamón de York, un producto bastante recurrente que entraría dentro de este grupo que “se debe evitar en bloque”. En cuanto a la carne, es conveniente limitar la carne roja, mientras que se debe evitar cualquier tipo de carne que proceda de la caza con munición de plomo. Lo recomendable es apostar por carnes blancas en sus purés, como la del pollo, el pavo, o el conejo.
- Las espinacas, acelgas, lechugas, remolachas y borrajas
- son también alimentos que deben descartarse por debajo del primer año “por su alto contenido en nitratos”.
- En cuanto al pescado, según Casabona, se debe evitar en menores de tres años el consumo de pez espada o emperador, cazón, lucio, tiburón, y atún, “por su contenido en mercurio”. También las cabezas de gambas, langostinos y cigalas, además del cuerpo de crustáceos similares al cangrejo, ya que “pueden contener cadmio”.
- Tampoco se pueden dar alimentos sólidos que puedan ahogar al bebé, como es el caso de las salchichas, uvas, cerezas y frutos secos enteros, o cualquier trozo duro de alimento con el que pueda atragantarse un niño pequeño.
- Por último, deberían evitarse los aperitivos salados tipo ganchitos, patatas fritas de bolsa, estrellitas o golosinas, ya que aunque parezca de sentido común, la experiencia de los pediatras “es que se dan con demasiada frecuencia con la excusa de “un día es un día”.
Consejos para una alimentación saludable el primer año del bebé
El primer año de vida es de suma importancia en el desarrollo de un bebé, de ahí la trascendencia de ofrecerle una alimentación sana, ya que durante esos 12 meses, especialmente entre el sexto mes y el año de vida, estaremos sentando las bases para una nutrición saludable futura, y educando el gusto del niño desde el primer día. En ese sentido el pediatra Carlos Casabona, del Institut Català de la Salut, nos ofrece una serie de pautas y consejos para una alimentación saludable de nuestro bebé:
- Hay que recordar que la lactancia materna es la pauta normal de alimentación de nuestra especie durante los dos primeros años de vida. Y, a partir de ahí, continuarla si se desea hasta que madre e hijo quieran. Además, se debe remarcar la vital importancia que tiene todo el primer año, pues en este período ha de ser la fuente principal de nutrientes y de energía, simplificando el esquema que hemos construido alrededor de la alimentación de este período de la vida
- Reconocer las señales de saciedad, como retirar la cara, o cerrar la boca, para no insistir en que el niño acabe el plato o los alimentos que se le hayan puesto a su alcance. Solo el bebé sabe cuándo y cuánto necesita comer.
- Permitir que el bebé coma por sí mismo, decidiendo el orden y la combinación de los alimentos saludables que el adulto le presente, respetando las reglas habituales.
- Ofrecer fruta entera y evitar los zumos o jugos, sean caseros o industriales, ya que contienen una mayor cantidad de azúcares y son altamente saciantes.
- No hacer caso a los reclamos de los envases de las marcas tradicionales de productos procesados para bebés. No les interesa la salud del bebé; les interesa el dinero. Lo mejor es huir de cualquier alimento que se anuncie como diseñado específicamente para su bebé, o esté repleto de vitaminas (salvo la leche artificial en el caso de que no haya podido ser amamantado).
- Es aconsejable comprar alimentos frescos de proximidad y de temporada.
- Los niños no necesitan padres perfectos y superhéroes, necesitan algo más fácil: padres suficientemente buenos y cariñosos, que disfruten comiendo con sus hijos.