Psicobioma, microbios que influyen en tu salud mental
27 octubre, 2020Ciertas bacterias intestinales –el psicobioma– podrían constituir una alternativa terapéutica para problemas mentales como depresión, ansiedad o autismo. Conoce los psicobióticos, y cómo influyen en el bienestar emocional.
Nuestro intestino alberga una gran cantidad de bacterias con las que mantenemos una relación de simbiosis, en la que el organismo las provee del alimento que necesitan, y ellas nos proporcionan una serie de beneficios para la salud. Además, el intestino mantiene una comunicación bidireccional con el cerebro, lo que se conoce como eje intestino-cerebro, que permite que ambos órganos se influyan mutuamente. Por lo tanto, la microbiota intestinal –o conjunto de microorganismos que habitan el intestino (bacterias, virus, hongos y protozoos)– no solo afecta a la salud física, sino que puede influir sobre nuestro bienestar emocional y psicológico.
lgunas de las bacterias presentes en la flora intestinal intervienen en importantes funciones endocrinas y neurológicas, lo que ha dado origen al término de psicobioma para denominar al conjunto de microbios digestivos que estarían relacionados con funciones psicológicas y neurológicas, y que podrían tener un impacto positivo en la prevención o tratamiento de trastornos mentales como la depresión, e incluso en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson.
La ciencia pretende identificar con precisión cuáles son los microbios que componen el psicobioma, y cómo utilizarlos para prevenir o tratar enfermedades psiquiátricas
De hecho, recientemente el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha patentado una bacteria, la Christensenella minuta, que se encuentra en la flora intestinal de las personas sanas y tiene propiedades terapéuticas que se pueden aplicar en el tratamiento de la depresión y de los trastornos de ansiedad, ya que tiene la capacidad de ejercer efectos ansiolíticos y antidepresivos a través de rutas endocrinas y neurales.
Potencial terapéutico de los psicobióticos
La composición de la flora intestinal puede afectar a nuestro estado de ánimo, y por ello se ha empezado a hablar de los psicobióticos, sustancias como los probióticos pero que actuarían fomentando las poblaciones de microbios intestinales vinculados con las funciones psicológicas y neurológicas que resultan beneficiosas para la mente. El reto al que se enfrenta ahora la ciencia es identificar con precisión cuáles son los microbios que componen el psicobioma, y cómo se relacionan con funciones neurológicas y endocrinas específicas.
El término psicobiótico fue utilizado por primera vez en 2013 por Ted Dinan, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Cork (Irlanda), que junto a su equipo publicó un estudio en Biological Psychiatry donde los definieron como organismos vivos que si se ingieren en la cantidad necesaria producirían beneficios a los pacientes con enfermedades psiquiátricas.
stos investigadores determinaron que algunos problemas psiquiátricos podrían estar asociados a infecciones con ciertos microorganismos; un ejemplo de ello sería la sífilis, que se debe a la bacteria Treponema pallidum y puede provocar demencia. Investigaciones científicas más recientes han relacionado alteraciones en el equilibrio de la microbiota con problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad o el síndrome de fatiga crónica, entre otros. Por ello, la ciencia investiga el potencial terapéutico de los psicobióticos para prevenir o tratar estas patologías
La comunidad científica reconoce el término psicobiótico, pero limitándolo a un probiótico que tendría posibles efectos positivos en pacientes con problemas mentales y, en concreto, las personas con depresión, ansiedad o trastornos del espectro autista (TEA) serían las que en principio se podrían beneficiar más de los avances que se han producido en este ámbito, como revela un estudio publicado en Science Direct sobre su uso en personas con depresión mayor, y en otro trabajo que se realizó con individuos sanos para comprobar su impacto sobre la regulación del estrés.
Algunos alimentos con propiedades probióticas se consideran fuentes de psicobióticos cuyo consumo ayudaría a mejorar la composición de la flora intestinal y tendría un efecto beneficioso sobre la salud mental como:
Kéfir, una especie de yogur de origen búlgaro que, a diferencia del yogur convencional, incluye la bacteria Lactobacillus kefiranofaciens, a la que se atribuye un incremento de los niveles de serotonina y triptófano, que son dos de los neurotransmisores que más influyen en nuestro bienestar emocional.
Plátanos y manzanas. El consumo regular de frutas y verduras es indispensable para mantener una buena salud, pero estas dos frutas, en concreto, pueden mejorar los niveles de bacterias ácido lácticas (BAL) y favorecer ciertos neurotransmisores que combaten la ansiedad y la depresión.
- Alimentos fermentados, como el chucrut, el kimchi o la kombucha o los preparados que incluyen vinagre, favorecen la salud intestinal, y además intervienen en la regulación de la absorción de nutrientes y la liberación de serotonina.
Microbiota intestinal y neurotransmisores
Determinados tipos de bacterias intestinales como los Lactobacillus que contienen los lácteos pueden modular la producción de algunos neurotransmisores, como la serotonina o el GABA, que están directamente asociados a nuestro estado de ánimo e influyen en el desarrollo de trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión, o que intervienen en el funcionamiento del cerebro como la dopamina, la norepinefrina, el cortisol o el triptófano.
Existen numerosas evidencias científicas que demuestran que el papel que desempeña la disbiosis o desequilibrio de la microbiota intestinal en la aparición de trastornos mentales. Así, las personas con trastorno obsesivo compulsivo tienen una menor cantidad de GABA y serotonina, muchos pacientes con síndrome de intestino irritable también presentan síntomas depresivos, las personas con TEA tienen bajos niveles de Bifidobacterium y un crecimiento excesivo de Clostridium y son propensas a padecer problemas gastrointestinales, mientras que los pacientes con párkinson sufren estreñimiento con frecuencia.
Por todo ello, conocer los tipos de bacterias con un impacto más positivo sobre el cerebro contribuiría a desarrollar nuevas alternativas terapéuticas para combatir los problemas psicológicos y psiquiátricos, basadas en estos microbios que ya se encuentran en el intestino de las personas sanas, y que carecerían de efectos secundarios adversos.