Uso de probióticos en patologías gastrointestinales
14 enero, 2020Revista Médica Electrónica Portales Medicos
Introducción: Existen evidencias constatadas de la eficacia clínica de los probióticos en diversas enfermedades, especialmente en trastornos gastrointestinales. Mejoran el equilibrio nutricional, normalizan la microbiota intestinal, promueven la exclusión de patógenos, regulan el tránsito gastrointestinal, neutralizan sustancias carcinógenas y mejoran el sistema inmune de las mucosas. Para cada patología debe ser seleccionado el probiótico adecuado, ya que los distintos beneficios para la salud de los probióticos son específicos para cada especie. Los microorganismos más usados como probióticos son los Lactobacillus y Bifidobacterium, y levaduras como la Saccharomcyes.
AUTORES
– Alberto Millán Vicente
Grado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
Máster en Salud Pública por la Universidad de Zaragoza.
– María Elena Forniés Baquedano
Grado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
Máster en Iniciación a la Investigación en Ciencias de la Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
RESUMEN
Objetivo: Realizar una revisión bibliográfica sobre el papel de los alimentos probióticos en la prevención y tratamiento patologías gastrointestinales en adultos.
Metodología: Se realizó una búsqueda bibliográfica en las principales bases de datos sanitarias de artículos relevantes publicados entre 2002-2017, para analizar el uso de probióticos en patologías digestivas.
Conclusiones: El uso de probióticos en patologías infecciosas, inflamatorias y funcionales del aparato digestivo está emergiendo como una terapia prometedora. Se recomienda su uso en la diarrea, reservoritis, colitis ulcerosa, intolerancia a la lactosa, infección por Helicobacter pylori y en el alivio de síntomas del síndrome del intestino irritable. En otras patologías, son necesarios más ensayos clínicos para establecer unas recomendaciones definitivas.
Palabras clave: Probióticos, enfermedades gastrointestinales, nutrición clínica, microbiota intestinal, lactobacillus, bifidobacterium.
AUTORES
– Alberto Millán Vicente
Grado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
Máster en Salud Pública por la Universidad de Zaragoza.
– María Elena Forniés Baquedano
Grado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
Máster en Iniciación a la Investigación en Ciencias de la Enfermería por la Universidad de Zaragoza.
RESUMEN
Objetivo: Realizar una revisión bibliográfica sobre el papel de los alimentos probióticos en la prevención y tratamiento patologías gastrointestinales en adultos.
Metodología: Se realizó una búsqueda bibliográfica en las principales bases de datos sanitarias de artículos relevantes publicados entre 2002-2017, para analizar el uso de probióticos en patologías digestivas.
Conclusiones: El uso de probióticos en patologías infecciosas, inflamatorias y funcionales del aparato digestivo está emergiendo como una terapia prometedora. Se recomienda su uso en la diarrea, reservoritis, colitis ulcerosa, intolerancia a la lactosa, infección por Helicobacter pylori y en el alivio de síntomas del síndrome del intestino irritable. En otras patologías, son necesarios más ensayos clínicos para establecer unas recomendaciones definitivas.
Palabras clave: Probióticos, enfermedades gastrointestinales, nutrición clínica, microbiota intestinal, lactobacillus, bifidobacterium.
INTRODUCCIÓN
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los probióticos pueden definirse como microorganismos vivos (o sus componentes) que, si se ingieren en cantidades adecuadas, resultan beneficiosos para la salud del huésped (1).Los probióticos pueden presentarse en distintas formas: Fórmulas lácteas, alimentos, suplementos alimenticios, fármacos (como cápsulas, tabletas, ampollas, etc.), y con dosis y composiciones microbianas diferentes que hacen importante la elección del probiótico adecuado (2,3,4).
Para cada patología debe ser seleccionado el probiótico adecuado, ya que los distintos beneficios para la salud de los probióticos son específicos para cada especie. Según el Código Internacional de Nomenclatura de los organismos procariotas, la cepa de un probiótico se identifica con el género, especie y la designación alfanumérica (5). Los microorganismos más usados como probióticos son los Lactobacillus y Bifidobacterium, así como algunas cepas de Escherichia Coli y Streptococcus, y levaduras como la Saccharomcyes cerevisiae y Saccharomcyes boulardii (6).
Existen evidencias constatadas de la eficacia clínica de los probióticos en diversas enfermedades, especialmente en trastornos gastrointestinales. Mejoran el equilibrio nutricional ayudando en la producción de nutrientes (como ácidos grasos de cadena corta o vitaminas), normalizan la microbiota intestinal aumentando la resistencia a la colonización, promueven la exclusión de patógenos por su competencia con éstos, regulan el tránsito gastrointestinal, aumentan la regeneración de enterocitos, neutralizan sustancias carcinógenas
– Diarrea
Los probióticos ejercen un efecto estabilizante en la microbiota intestinal, y contribuyen en la reducción de la duración, frecuencia y severidad de la diarrea, por lo que pueden ser útiles en el tratamiento de las diferentes formas de diarrea:
- Diarrea aguda infecciosa: El uso de probióticos en la diarrea aguda se basa en la modificación de la composición de la microbiota intestinal, evitando la proliferación de las cepas patógenas y previniendo la adhesión de patógenos a las mucosas gastrointestinales. También contribuyen mediante la secreción de sustancias antimicrobianas. Las cepas más eficaces en este subtipo de diarrea son varios lactobacillus como el L. rhamnosis GG, levaduras como la S. boulardii y ciertas bifidobacterias, en especial cuando se usan precozmente al presentarse el cuadro diarreico (11).
- Diarrea asociada a antibióticos: Aparece aproximadamente en un 20% de los pacientes que consumen antibióticos, debido a una desestabilización de la microbiota intestinal que logra alterar la integridad de las superficies epiteliales, y aumenta la susceptibilidad a diversas infecciones. La ingesta de probióticos como el L. rhamnosis GG, S. boulardii, B. lactis y S. thermophilus reduce la incidencia y duración de este tipo de diarrea (12,13).
- Diarrea del viajero: Los agentes etiológicos que causan este desorden varían dependiendo del área geográfica visitada, por lo que la eficacia de los probióticos puede variar en función del lugar. Por ello, los ensayos clínicos realizados hasta ahora se encuentran limitados, y no pueden recomendar el uso de unos probióticos concretos con los datos disponibles (12,13).
– Enfermedad inflamatoria intestinal
En las investigaciones realizadas en tipo de enfermedades intestinales se han descrito diversas alteraciones en la microbiota intestinal, lo que lleva a pensar que la manipulación de la flora intestinal tendría un papel destacable en el tratamiento de este tipo de enfermedades:
- Enfermedad de Crohn: En adultos con enfermedad de Crohn tanto activa como inactiva no se ha demostrado que ningún probiótico mejorará la evolución de la enfermedad, ni tanto en remisión de la clínica como en prevención de la recurrencia post-quirúrgica (14,15).
- Colitis ulcerosa: La mayoría de estudios concluyen que el uso de probióticos en esta patología puede ser tan efectivo o más que la terapia estándar con mesalazina para mantener la remisión de la enfermedad. Las únicos probióticos que han demostrado dicha eficacia son cepas de E. Coli Nissle 1917 y Lactobacillus GG (9, 15).
Reservoritis: Es en esta inflamación de la mucosa del reservorio íleo-anal creada para el tratamiento de la colitis ulcerosa, donde se han hallado más evidencias acerca de la eficacia de los probióticos. Mezclas de diferentes cepas de probióticos como lactobacilos, bifidobacterias y estreptococos, se mostraron claramente eficacias tanto en la prevención primaria de la reservoritis aguda como en la prevención secundaria de la reservoritis crónica (
Síndrome del intestino irritable
La fisiopatología de este síndrome es desconocida, aunque ciertos datos destacan la posible influencia de la composición de la microbiota bacteriana en ello. Algunos estudios apuntan a que el uso de probióticos en esta patología daría lugar a una mejoría de los síntomas, como el dolor abdominal o las flatulencias, dando lugar a una mejoría en la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, las evidencias de ensayos clínicos y revisiones sistemáticas no son concluyentes, y no muestran que ningún probiótico concreto sea eficaz de una manera consistente a la hora de mejorar los síntomas (9,10).
Intolerancia a la lactosa
Actualmente, una gran proporción de la población presenta intolerancia a la lactosa. En estos pacientes existe un déficit de lactasa, por lo que la lactosa llega sin digerir al colón, donde será transformada en agua, hidrógeno y metano, dando lugar a cuadros de dolor abdominal, hinchazón, flatulencias, diarrea y heces acuosas. Este déficit de lactasas puede existir de manera crónica, u ocurrir de manera transitoria como en gastroenteritis agudas. Existen alimentos como el yogur, que contienen probióticos como Lactobacillus bulgaricus y Stretococcus thermophilus, que sintetizan lactasa y, por tanto, facilitan la hidrólisis de la lactasa. Por lo que de ese modo desaparecen los síntomas asociados a la intolerancia a la lactosa, algo que se ha comprobado con éxito tanto en niños como en adultos, y en casos tanto de malabsorción transitoria de la lactosa como crónica (12).
– Estreñimiento funcional
A pesar de que algunas revisiones y metaanálisis apuntan a que los probióticos podrían ser beneficiosos en el estreñimiento, se precisan más ensayos clínicos antes de recomendarlos de forma normalizada. Estas acciones beneficiosas estarían basadas en la modificación de la microbiota intestinal, en la alteración de la motilidad intestinal, y en el aumento de la producción de ácido láctico y ácidos grasos de cadena corta, que mejorarían el peristaltismo del colón y acortarían el tiempo de tránsito intestinal (9
cáncer gástrico. La acción de los probióticos por sí sola no erradica el H. pylori, pero sí reduce la colonización, manteniendo unos niveles más bajos de este patógeno en el estómago.
A su vez, diferentes estudios han demostrado que el uso de probióticos en asociación con antibióticos sí mejora la tasa de erradicación y reduce la incidencia de efectos adversos, mejorando la tolerancia al tratamiento y, consecuentemente, el cumplimiento terapéutico. El probiótico utilizado con más éxito en esta patología es el Lactobacillus reuteri, que consigue mediante una de las proteínas de su membrana celular, inhibir la unión de la H. pylori a los receptores glucolípidos de la mucosa gástrica (10,13).
CONCLUSIONES
El uso de probióticos en patologías infecciosas, inflamatorias y funcionales del aparato digestivo está emergiendo como una terapia prometedora. Se recomienda su uso en el manejo de diferentes tipos de diarrea, la reservoritis, la colitis ulcerosa, la intolerancia a la lactosa, la infección por Helicobacter pylori y para el alivio de síntomas en el síndrome del intestino irritable.
Si bien parece demostrada su eficacia en algunas patologías, en otras, son necesarios más ensayos clínicos para establecer unas recomendaciones definitivas. Y es que para cada patología se debe seleccionar el probiótico adecuado, ya que los distintos beneficios para la salud son diferentes según cepa de probiótico utilizado. Para establecer con seguridad futuras indicaciones de los probióticos en la práctica clínica, se debe profundizar en sus mecanismos de acción, formas de administración, dosis necesaria y toxicidad, potenciales riesgos, etc.
BIBLIOGRAFÍA
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