Síndrome del sabio: las prodigiosas mentes de los savants
14 febrero, 2024El síndrome de savant, que se atribuye a una descompensación en el desarrollo de los hemisferios cerebrales, proporciona a los afectados extraordinarias habilidades mentales, pero acompañadas de ciertos déficits.Afinales del siglo XVIII el médico norteamericano Benjamin Rush describió por primera vez lo que hoy se conoce como síndrome de savant o síndrome del sabio. Lo hizo tras atender a un paciente con una extraordinaria capacidad para el cálculo mental, y desde entonces se han descrito alrededor de un centenar de casos más; el más famoso de todos, con total seguridad, el de Kim Peek, cuya historia dio lugar a la película Rain Man, protagonizada por Dustin Hoffman, que en 1988 arrasó en los Oscar y los Globos de Oro. Otro savant, aunque fictio, el doctor Shaun Murphy de la serie The Good Doctor, ha vuelto a ponerlos en el candelero.
En qué consiste el síndrome del sabio
Kim Peek tenía una memoria y unas capacidades cerebrales asombrosas. Recordaba los más de 10.000 libros que había leído en su vida, era capaz de leer dos páginas a la vez en apenas 10 segundos, usando un ojo para cada página, memorizaba libros completos, e incluso fue capaz de memorizar en toda su vasta extensión todos los mapas de calles y carreteras de EE.UU., convirtiéndose en un GPS humano. Sin embargo, y aunque parezca increíble, Peek no podía valerse por sí mismo para cosas tan sencillas como abrocharse los botones de una camisa.
Y en Peek están sintetizadas las dos grandes características de los savants. Por un lado, desarrollan habilidades cerebrales extraordinarias, entre las que destacan el cálculo matemático –Daniel Tammet memorizó y recitó los 22.514 dígitos del número Pi–, el cómputo de fechas –Orlando Serrell recordaba el clima de cada día desde que recibió un golpe en la cabeza con una pelota de béisbol–, una enorme capacidad artística (por su facilidad para memorizar e identificar melodías –como el pianista Derek Paravicini, capaz de reproducir una pieza musical tras escucharla una sola vez–, o para reproducir sobre el lienzo paisajes que solo han visto en una ocasión –como el caso de Stephen Wiltshire) y una maravillosa capacidad para calcular distancias y memorizar planos y direcciones.
Por otro lado, sin embargo, presentan deficiencias motrices, físicas y mentales importantes, que se manifiestan, por ejemplo, en su incapacidad para relacionarse con otras personas, en la dificultad para desarrollar el habla, o en problemas motores que les obstaculizan la coordinación de movimientos para realizar acciones aparentemente sencillas.
Por qué se produce el síndrome del sabio y su relación con el autismo
En el caso de Kim Peek el origen del síndrome de savant está en la macrocefalia con la que nació que, unida a una agenesia en el cuerpo calloso de su cerebro, impedía la conexión entre sus hemisferios cerebrales. De hecho, aunque aún no se ha encontrado una explicación científica 100% plausible al síndrome del sabio, lo que parece claro es que la desconexión o la descompensación en el desarrollo de los hemisferios cerebrales tiene mucho que ver en su aparición. No en vano, los savants suelen tener el hemisferio izquierdo muy poco desarrollado, lo que provoca que muestren síntomas que se pueden confundir con la discapacidad mental. A cambio, y como si quisiese compensar en cierto modo esa deficiencia, el hemisferio derecho se desarrolla mucho más de lo habitual, lo que les dota de las extraordinarias capacidades cerebrales que comentábamos.
Las alteraciones en el hemisferio izquierdo de los savants, además, relacionan este síndrome de forma muy directa con el autismo. Se estima que el 10% de los autistas muestran habilidades extraordinarias asociadas a los savants, y uno de cada dos savants presentan también algún trastorno del espectro autista.
Además de por un defecto congénito en el desarrollo cerebral debido a lesiones que pueden producirse durante la gestación o el parto y que ocasionan la descompensación entre hemisferios, el síndrome de savant también puede desarrollarse a raíz de un traumatismo cranoencefálico.
Y precisamente uno de los casos más sonados del síndrome es el de Jason Padgett, un norteamericano que hasta los 30 años no había mostrado ninguna habilidad digna de mención. Entonces fue agredido violentamente, lo que le causó una fuerte conmoción cerebral. Al recuperarse de la misma, Padgett mostró de repente una extraordinaria capacidad para las matemáticas. Al estudiar este ejemplo paradigmático de savant adquirido, los médicos comprobaron que algunas áreas del cerebro de Padgett se habían activado sobremanera, como si quisiesen sustituir con su acción la inactividad de las funciones cerebrales dañadas tras el golpe.