Bulimia

Bulimia

4 noviembre, 2020 0 Por dropharma_admin

La bulimia es el trastorno alimentario más frecuente en adultos, y afecta ya a más del 2% de las adolescentes entre 14 y 18 años. Conoce cómo prevenirla y evitar sus graves consecuencias sobre la salud.

La bulimia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en una falta de control sobre la comida, con una ingesta de grandes cantidades de alimentos en un corto periodo de tiempo (atracones), acompañada por conductas compensatorias como consumo excesivo de laxantes o vómitos autoinducidos, lo que la diferencia de otros trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa. El enfermo mantiene estas conductas en secreto, por lo que a veces es difícil que las personas de su entorno detecten el problema.

La bulimia, junto con la anorexia nerviosa, constituyen los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) de más rápido crecimiento en la población joven, caracterizados por un conjunto de comportamientos dirigidos a conseguir o mantener lo que el paciente considera como peso aceptable, siguiendo unas dietas totalmente irracionales y con un angustioso miedo a engordar.

La bulimia no necesariamente conlleva una alteración del peso y genera un sentimiento de culpa y vergüenza.

Se presenta en el 90% de los casos en mujeres; también pueden sufrirla hombres, aunque su proporción es cerca de diez veces menor, con cifras ascendentes en estas últimas décadas. Es frecuente en adolescentes y en el inicio de la edad adulta, aunque algunos casos pueden aparecer en la infancia y en mujeres mayores de 40 años. Su prevalencia se estima en torno a 1-3% de la población, aunque con cifras probablemente no del todo reales pues se suele mantener oculto, con una clara evolución a la cronicidad. Algunos grupos sociales como modelos, deportistas o bailarinas, tienen mayor prevalencia de este problema.

Causas de la bulimia

Aunque no se ha conseguido encontrar una causa orgánica que origine este trastorno de la conducta alimentaria (TCA), se cree que existen varios factores que pueden desencadenar la bulimia nerviosa. Por un lado, numerosos estudios científicos localizan genéticamente el trastorno en el cromosoma 10 de las personas afectadas, con una alteración en los niveles o en la actividad de sustancias neurotransmisoras en ellas (serotonina, noradrenalina, dopamina). Por otro, suele haber una susceptibilidad en estos enfermos demostrada seguramente a través de otros casos familiares o circunstancias determinadas en su ambiente personal.

Una baja autoestima puede conducir a una excesiva preocupación por el aspecto físico, lo que lleva a realizar dietas restrictivas, que no siempre producen los resultados deseados, alternadas con episodios de consumo incontrolado de comida, que provocan un desequilibrio metabólico. El paciente tiene sentimientos de culpabilidad a consecuencia del atracón, y su preocupación por engordar genera otras conductas como el vómito autoinducido y el abuso de laxantes.

El enfermo puede sentirse también presionado por los patrones de belleza considerados lideales por la sociedad, y por la necesidad de ser delgado y atractivo para sentirse aceptado. Experiencias de rechazo social o un fracaso sentimental pueden hacerle creer que perder peso es un requisito indispensable para tener éxito.

Otra causa, presente también en el trastorno de anorexia, es una falsa percepción de la imagen corporal: el enfermo se ve gordo aunque su peso sea normal para su edad y constitución.

Síntomas de la bulimia

El paciente con bulimia oculta sus atracones y vómitos, y a diferencia del anoréxico su peso no suele oscilar demasiado, por lo que es difícil que las personas de su entorno se den cuenta de su problema. Hay, no obstante, ciertos signos que pueden alertar de la presencia de la enfermedad:

Síntomas de la persona con bulimia

  • La persona con bulimina tiene una preocupación continua por la comida, y siente deseos incontrolables de comer, especialmente alimentos con alto valor calórico (hidratos de carbono, dulces…). Consume grandes cantidades de comida en cortos periodos de tiempo (cada dos horas o incluso menos).
  • Para contrarrestar el aumento de peso, el paciente puede provocarse vómitos, abusar de laxantes (forma purgativa), consumir fármacos que reducen el apetito o diuréticos. Otras veces recurre al ejercicio físico para compensarlo (formas no purgativas). Hay, pues, que sospechar, cuando una persona se encierra en el baño nada más terminar de comer.
  • Es característico de este trastorno que el paciente padece un sentimiento de culpa, vergüenza o autoreproche por esta conducta.
Síntomas de la bulimia
  • De la misma forma, otros síntomas de bulimia pueden ser ayunar durante largos periodos de tiempo, seguir dietas muy restrictivas y realizar ejercicio intenso.
  • El sujeto manifiesta un fuerte miedo a engordar, fijándose como meta un peso inferior a su peso óptimo.
  • La bulimia generalmente se presenta en pacientes con antecedentes previos de anorexia nerviosa, y con un intervalo entre ambos trastornos de varios meses o años.
  • Los pacientes con bulimia manifiestan apatía, fatiga, irritabilidad y cambios en el ritmo del sueño, lo que genera una pérdida del rendimiento laboral o escolar, y el abandono del cuidado personal.
  • Otros síntomas que se pueden apreciar en un reconocimiento médico son: una ligera distensión abdominal con presencia de estreñimiento, hipertrofia de las glándulas parótidas, pérdida del esmalte dental, lesiones en la garganta, desequilibrio de electrolitos, edemas en extremidades y abrasiones en el dorso de las manos; todo esto debido a la inducción al vómito. El uso de laxantes y diuréticos también produce desequilibrio de los fluidos y electrolitos.
  • En los bulímicos se presentan, además, alteraciones endocrinas; en las mujeres es frecuente la aparición de irregularidades en el ciclo menstrual o amenorrea.
  • Factores de riesgo de la bulimia

La bulimia nerviosa constituye un grave problema de salud pública, porque  afecta a más del 2% de las adolescentes de entre 14 y 18 años, y a los varones en una proporción cerca de diez veces menor, y varios estudios indican que la enfermedad sigue incrementándose en la actualidad. Se suele infravalorar el problema, ya que los pacientes tienden a ocultar los síntomas y a no buscar ayuda, por lo que muchos enfermos no han sido diagnosticados.

Entre los factores de riesgo para desarrollar la bulimia destacan:

  • Hacer dieta. En algunos casos, al dejar de ingerir carbohidratos, la persona se priva de un importante supresor del apetito, lo que hace que sienta un deseo incontrolable de comer. Además, las dietas estrictas pueden afectar a ciertos neurotransmisores cerebrales como la serotonina, lo cual predispone a la bulimia. Este factor dietético en muchas ocasiones viene precedido de situaciones de sobrepeso, tendencia a engordar, siendo este el recurso para iniciar una conducta bulímica.
  • La influencia social. El cine, la televisión, la publicidad, la moda… transmiten constantemente mensajes que indican que es necesario estar delgado para ser feliz y tener éxito. Para conseguir ser aceptados socialmente, cada vez más jóvenes tratan de modificar su apariencia física, utilizando métodos que ponen en peligro su salud. Es una insatisfacción por la imagen corporal.
  • La incorporación de la mujer al mundo laboral supone un cambio en los hábitos alimenticios de las familias, al faltar una persona que establezca los horarios de las comidas y vigile su cumplimiento. De esta forma, los adolescentes están menos controlados y comen, o dejan de comer, sin el conocimiento de sus padres.
  • En las personas más vulnerables, problemas emocionales como el divorcio de los padres, el fallecimiento de un ser querido, la sobreprotección familiar, o antecedentes de depresión y otros trastornos mentales en la familia, pueden ser factores desencadenantes de un desorden alimentario.
  • Por otro lado, una excesiva preocupación por la figura y el peso puede ser un desencadenante de bulimia, así como la baja autoestima y el perfeccionismo.
  • Tratamiento de la bulimia

Es necesario emplear un tratamiento multidisciplinario para abarcar todas las complicaciones físicas y psicológicas que presentan los pacientes de bulimia. El objetivo del tratamiento es que la persona mejore su autoestima y se acepte a sí misma, para restaurar su equilibrio emocional y que sea capaz de adoptar un estilo de vida saludable.

Durante las últimas décadas se han desarrollado un gran número de estrategias terapéuticas para este tipo de trastorno. Las terapias más aplicadas son la psicoterapia individual, en grupo, o familiar, los grupos de autoayuda, y el tratamiento farmacológico.

El método que se utiliza con mayor frecuencia en el tratamiento de esta enfermedad es la combinación de antidepresivos con la terapia cognitivo-conductual (TCC).

La terapia cognitivo conductual, por su parte, es el método más efectivo y el que mejores resultados ha conseguido en el tratamiento de la bulimia. La terapia cognitivo-conductual, además de mejorar los síntomas, también modifica la tendencia a realizar dietas extremas e influye en las actitudes hacia el peso y la figura, así como otros síntomas psicopatológicos como la depresión, la baja autoestima, el deterioro de las relaciones sociales del paciente, etcétera); de esta forma, los resultados se mantienen a largo plazo.

Finalmente, aunque con menor calado que las personas con anorexia, se necesita una restauración del equilibrio metabólico y, por tanto, de una rehabilitación dietética para evitar y recomponer aquellos desajustes nutricionales ocasionados por esta situación.

Prevención de la bulimia

BulimiaLa bulimia es el trastorno alimentario más frecuente en adultos, y afecta ya a más del 2% de las adolescentes entre 14 y 18 años. Conoce cómo prevenirla y evitar sus graves consecuencias sobre la salud.Escrito por:DIANA FORERO MORANTESBiólogaRevisado por:DR. JOSÉ ANTONIO NUEVO GONZÁLEZEspecialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Prevención de la bulimia

Mujer joven comiendo una ensalada
No hagas dietas por tu cuenta; si quieres mejorar tu cuerpo adopta hábitos saludables para conseguirlo.

Actualizado: 14 de febrero de 2020

Hablamos de un peligroso trastorno de la conducta alimentaria, que tanto jóvenes como adultos deberían evitar. Estos consejos deberían ser tomados en cuenta por todo aquel que quiera prevenir la bulimia:

  • Descubre qué te gusta de tu cuerpo, recuérdalo, y potencia ese atractivo con la ropa que mejor se adapte a tu físico. También puedes disimular los aspectos negativos. Es normal que ciertas partes del cuerpo no te agraden, y querer mejorar o esconder esos defectos no es malo, siempre que no se convierta en una obsesión.
  • No te compares con los demás. El físico es, sobre todo, cuestión de genes, y aunque se puede mejorar practicando deporte y con una dieta equilibrada, la estructura ósea y la estatura no se pueden modificar. Aprende a sentirte cómodo con tu físico porque esa seguridad se transmite y resultarás más atractivo.
  • Conoce y valora tus cualidades, y muéstralas cuando conozcas gente nueva. Cuando alguien es simpático, ingenioso, amable, dice cosas interesantes y sabe escuchar, el físico queda en un segundo plano.
  • No critiques la apariencia de los demás. Valóralos por sus cualidades y su carácter, al margen de su belleza.
  • Si te sientes mal con tu cuerpo, no comiences una dieta por tu cuenta sin consultar primero con un profesional. No te aísles, habla con tu familia y amigos. Siempre hay alternativas para mejorar sin necesidad de caer en hábitos perjudiciales para tu salud, que son un problema grave y no una solución.

Existe o debe existir un compromiso de toda la sociedad, medios de comunicación, educadores, etcétera de reflejar los hábitos saludables de vida no mediante la pérdida de peso o cuerpos delgados, sino sanos. Fomentar el ejercicio regular y adaptado a cada persona, el consumo de dieta variada y equilibrada, evitando el consumo de alcohol y tabaco, como pilares de una vida saludable.

La vigilancia familiar y escolar de situaciones de riesgo en etapas como la adolescencia es de vital importancia para detectar precozmente cualquier inicio de estas conductas.